Tuesday, October 17, 2006

Soy Daniel el respetuoso seductor y he venido a cantarte mi amor

Lo prometido es deuda, y cada mochuelo a su apartamento de 30 metros cuadrados por 50 millones, con hipoteca a 35 años. Aquí tenéis en primicia mundial el carrito de la fama que me va a sacar de pobre, y que me ayudará a no hacer ni parecer un animal de bellota cuando vuelvo andando del Giant Eagle cargado con todo. Me valió $19.99, y sin lugar a dudas es de las mejores compras que he hecho desde que estoy en la ciudad. Además es plegable, por lo que recogido ocupa casi exactamente lo mismo que cuando está en posición de combate o desplegado. Y según me dijo la cajera del Giant Eagle, está muy bien, porque ella lo utiliza para llevar la ropa sucia a la lavandería, con lo cual:
A-No tiene calcetines, ni prendas de ropa de tamaño similar, porque si no, cuando llegue a la lavandería va a llegar casi sin ropa en el carrito.
B-Lo tiene forrado, con lo cual no lo plega, porque se rompería dicho forrado.
C-Me contó una mentira piadosa para que me creyera que el carrito estaba muy bien, y me lo llevara para evitar seguir haciendo el ridículo transportando la compra a pulso hasta mi casa. Es decir, me vió cara de apocado, o directamente de lechuzo del norte.
Apuesto a que fue la tercera o C. Como véis, mi sitio de guía espiritual, no deja de sorprenderme.

Siguiendo con las novedades, aquí podéis ver los buzones de mi casa. Los más avispados, es decir, todos menos yo, os preguntaréis por donde mete las cartas Mr Postman, ya que no se ve ningún agujero en las portezuelas. Las primeras investigaciones nos llevan a creer que el cartero tiene superpoderes, como Superman, pero más cutres (no vuela ni nada, pero sí tiene rayos X y fuerza sobrehumana), de tal modo que consigue meter las cartas dentro de los respectivos buzones con una mezcla de rapidez, fuerza y un pensamiento alegre. Pero últimamente creemos, básicamente porque nos lo dijo el propio cartero, que lo que hacen es retirar todo el frontal de metal con todas las puertas de cada buzón, quedando como si fuera un botellero de vinos, y reparte las cartas en cada compartimento. Es por ello, que hay que poner una pegatina dentro de tu buzón con tu nombre y el piso. De este modo, ningún vecino te puede chorizar el correo, y el cartero te puede dejar, además de cartas (es decir, facturas) paquetes pequeños, sin necesidad de la visita correspondiente a la oficina de Correos. Lástima que no deje de vez en cuando matequita colorá, algo de pulpo, lechazo o un par de Benjamines (me refiero a billetes de $100, no a botellas de champán o cava). Pero se ve que a nuestro Mercurio no se le da por esas cosas.

A continuación, y a modo de pausa, podéis ver como las similitudes entre los dos personajes empieza a ser preocupante. Por desgracia cada vez se parecen más, de no ser porque no tiene canas. Jabba the Hutt está planteándose el acudir a Corporación dermoestética, para no acabar como el otro. Y también tiene un arma para conseguirlo y no acabar tan bajo como el de la izquierda: no estudió ingeniería.















Otro aspecto que os quería mostrar, y dado que hice un especial 1ª colada, es la Laundry room o lavandería. En ella podéis ver las lavadoras y secadoras que absorben, consumen, devoran nuestro dinero semana a semana, y más concretamente nuestros quarters.

Porque sin estas máquinas diabólicas, la vida en USA sería mucho más sencilla. Si tuvieras una lavadora propia, o fuese gratuita, no tendrías que deteriorarte psicológicamente día a día debido a dos factores:
1-Planificar las coladas. Este punto no es necesariamente un problema a simple vista, pues eso lo hace todo el mundo. El problema llega cuando se sobrepasa la barrera de lo lógico, y empiezas a convencerte de que esa camiseta no está tan sucia, sólo porque la haya llevado cuatro días seguidos. Ahí amigos, es el momento en que la lavadora ha ganado ese pulso, ese tour de force, que hará que temamos y odiemos a esa máquina del infierno. El precio de cada colada, ayuda significativamente al tema propuesto. Cada lavado son $1.75, y la secadora $1.50, haciendo que cada colada salga por $3.25, más el detergente, que también lo tienes que poner tú. Eso son unos 3€. Ahora os invito a que hagáis este entretenido ejercicio. Contad las coladas que hacéis en vuestra casa, y multiplicadlo por 3. ¿A que ya no os parece que lavar la ropa sea algo sin importancia económica?

2-Búsqueda enfermiza de quarters. Como decía en aquel post, empiezas pidiéndole a tu compañero de piso, y acabas buscando hasta en las cabinas, a ver si a alguien se le han olvidado. Al principio, lo haces por necesidad, porque sin quarters no hay ropa limpia, pero luego acabas apoderándote de todos los que ves. Por supuesto, en el banco te dan cambio, en las máquinas expendedoras, y en máquinas a tal efecto. Pero ya nunca volverás a ser indiferente a un quarter. Si uno cae en tu mano, no lo meterás en el bolsillo y se acabó. NO. Lo mirarás con respeto, le darás la vuelta entre tus dedos, y finalmente lo guardarás con educación en tu bolsillo. Porque sabes que la ropa limpia que llevas en ese momento, camiseta, pantalón, calcetines, gallumbo, lo son gracias a ese pequeño trozo de metal que Washington adorna con su efigie. Y reconócelo, al final le acabas cogiendo cariño.

Es maravilloso cómo pasa la vida cuando haces cosas y conoces mundo. Al final me va a acabar cayendo bien mi advisor, y la CMU e incluso el olor a pizza-hamburguesa que invade esta ciudad a cualquier hora en que haya luz solar. Hoy estoy positivo, espero que ningún electrón me fastidie el día (chiste de eléctricos-electrónicos que se me acaba de ocurrir. Es malo, lo sé).

RLH Murphy´s law. La ley de Murphy. Arthur Bloch
RCM Pulp Fiction. 1994
RMH Carlos Gardel - Por una cabeza

Hoy a ver si alguien me da besos a mi, que yo siempre los doy. Besos (véis)

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