Thursday, October 05, 2006

¿Quién me ha robado el mes de abril?

En la soledad del bosque, cuando el sol apenas llega a tu cara atravesando las densas copas de los árboles, es donde te das cuenta de lo pequeño que eres en el medio del universo. Los inmensos árboles de Schilley provocaban esta sensación de inmensidad en mí, aunque el lechón se sentía algo resentido aún con el Dr. Maligno, por habernos abandonado allí en el medio de aquel lago de árboles. En ese momento me había prometido a mí mismo que saldría de aquél lugar. Me disponía a decirle al lechón que iniciaríamos el camino cuando para mi asombro, descubrí que se había tirado en el medio de los matorrales, y estaba negociando con una ardilla lo que sería nuestra comida.
-Te doy $20 por todas las bellotas que tienes ahí.
-Pero tú lechón, ¿de qué vas? Todo el verano pa´rriba y pa´bajo que si una bellota más o menos que luego viene el invierno, y me vienes con 20 cochinos dólares. Anda ve y que te de el aire.
-Pero qué pasa, pero qué invento es este...aquí no se ha casado nadie ni se va a casar. Que venga, va, $40 y en paz.
-Mira, porque vienes de Spain, y me has caido bien. $60 y son tuyas.
-De perdidos al río. From lost to the river. $50 y te dejo que me des unos mordiscos en el jamón que soy un lechón patanegra.
-¿Pero eres patanegra porque eres un español en Pittsburgh, o porque naciste cerca de Oliva de Mérida?
-Las dos cosas.
-Venga, hecho.

Y de este modo conseguimos provisiones de bellotas para más de un mes, y aunque a mi no me gustaba tan digno alimento, decidí hacer de tripas corazón y ya que teníamos eso, pues bien estaba, haciendo bueno el dicho de más vale pájaro en mano que pollo en fotografía.

Acordamos iniciar el viaje por uno de los senderos, que bajaba por la falda de la colina. Tras un rato de andar sin estar demasiado convencidos, nos sentamos en unas piedras del borde del camino, y fue entonces cuando nos encontramos con un extraño personaje. No, no era el doctor Maligno, sino un enorme dinosaurio. Sobresaltados, corrimos a escondernos detrás de los árboles más próximos.

No podíamos creerlo, allí delante de nosotros estaba ¡un Diplodocus! A mi se me puso cara de El grito de Munch, pero fue el lechón quién tomó la iniciativa, y se encaró con el cuadrúpedo:

-Oiga, Sr. Dinosaurio, para ir al Carrefour, por favor... perdón, quiero decir, ¿qué hace un dinosaurio aquí?

El diplodocus se quedó mirando para nuestro amigo el lechón, y siguió mirando, hasta que inesperadamente, empezó a decir en gallego:

-Mira neniño, eu non che sei como fostes dar eiquí. Pero se vos serve de algo, creo que caíchedes nun Timenger. Por iso estades...en pleno xurásico.
(mira neniño, yo no sé como terminasteis aquí. Pero si os sirve de algo, creo que os caísteis en un Timenger. Por eso estáis en pleno jurásico).

Quién lo iba a decir. Un dinosaurio gallegoparlante. Después pudimos saber que a parte de castellano, también chapurreaba algo de catalán, y dos o tres palabras en euskera.

-¡La piedra!¡El Timenger era la piedra!
El lechón Patillabrava tenía razón. Era obvio, al sentarnos ocurrió todo. La cuestión ahora, era como salir de allí. Para ello empezamos a recorrer la vasta llanura en la que nos encontrábamos. Eran millas y millas de desoladora meseta, donde manadas enteras de dinosaurios avanzaban majestuosos en busca de pastos más verdes. Pero el tiempo pasaba, y no lográbamos adivinar el posible camino de vuelta a Schilley, hasta que ocurrió algo que llamó nuestra atención. A lo lejos podíamos ver un ser diminuto que avanzaba hacia nosotros y en pocos minutos llegó hasta donde estábamos, y para nuestra sorpresa, el mismísimo Yoda comenzó a hablarnos:
-Jhmmhmh poderosos Yedais parecéis si jajajaja, dejádme una cosa deciros. Peligrosos los Timengers son jmhjhmjh sólo podréis regresar a vuestra casa si delante de lo que más teméis de la época a la que llegáis vencéis. A veces no me entiendo ni yo, pero os veo cara de que cogiendo váis lo que digo. Y cierto por, bueno os sería al caballero de la Orden del Matlab encontrar, para esa vuestra tarea de encontrar a Lord Visual C++ jhmhjhmh.
Y asintiendo, le dimos la mano a Yoda como agradecimiento y despedida, antes de hacernos unas fotos con él.
¿Qué era lo que más podíamos temer del período Jurásico?¿Un Tiranosaurus Rex? No, porque no aparecieron hasta el cretácico. ¿Una actuación de Village People a dúo con Manolo Escobar y las Spice Girls? Ciertamente temible, pero no existían ninguno de ellos. Quizá Manolo.... No, no era posible. Y el Lechón aportó su visión de los hechos:
-Mira que no hay cosas que asusten. Desde que hagan de nosotros un pincho moruno hasta que nos hagan un pincho de lomo ibérico. Pero a mi lo que más me asusta de esto es que a lo mejor no encontramos la salida, aunque bien visto, así no tendríamos que volver a ver ni al Dr Maligno, ni al dichoso cabellero Visual C++, que ya me tiene hasta el...
Y una fuerte luz invadió todo, y empezaron a girar perdiendo la noción del tiempo y del espacio.
-¿Estás bien, lechón?
-Eso parece, ¿qué ha pasado?
-Parece que estamos de vuelta. Sería que encontramos la salida.
-A ver si por fin el Dr. Maligno ha servido para algo...

Tras restablecernos un poco y picar unas bellotitas, una sóla pregunta nos rondaba en la cabeza: ¿Quién era el Caballero de la Orden del Matlab?¿Cómo iba a ayudarnos?

Y aquí termina el segundo capítulo de "Un lechón perdido en Pittsburgh".

RLH 100 años de soledad. Gabriel García Márquez. Es un libro raro, pero que está muy bien.
RCH The world in his arms 1952 (El mundo en sus manos)
RMH Juan Luís Guerra - El primo

Besos a todos, y que la fuerza os acompañe, o por lo menos que os acompañen, que no es moco de pavo. Pasadlo bien y no trabajéis demasiado, que al doctor maligno le va a dar igual.

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