Saturday, November 04, 2006

Op. 25. Mi pequeño dinosaurio, o triceratops no es nombre de tango

Hoy en día, casi todos los que se meten de vez en cuando por internet, a parte de mirar tonterías como este blog, tienen email o correo electrónico, y la mayoría tenemos cuenta con Hotmail, el brazo Microsofiano del correo. Y por ello, gozamos de la compañía casi perenne del Messenger, ese programita que nos permite chatear, hablar, ver, o incluso jugar con nuestros conocidos. Que sería de nuestra larga y aburrida jornada laboral sin esta vía de escape, esta forma de subir nuestra productividad, esta ventana fuera de la cárcel diaria. Me atrevería a decir que el elemento más pinchado en todos los ordenadores del mundo es doble clic en el icono de la barra de tareas para abrir el messenger, pero aún más pulsada es la de minimizar la ventana de la persona con la que estamos hablando, o del propio messenger. Es el momento más incómodo, pero a la vez el que más nos gusta, cuando entra el jefe o alguien que no queremos y buscamos como locos la tecla de minimizar, o el clásico, el único Alt+Tab. Qué tensión, la vista se agudiza, el resto de los sentidos despiertan, y la voz intenta camuflar nuestra actividad.
-Hombre, fulano, ¿qué tal?
-Hola, ¿qúe haces con el ordenador?
-¿Eh? (el eh en pregunta del principio es invariable) Ah nada, mirando unas gráficas/algoritmos/informes/datos (táchense los que no procedan).

Peo vamos a analizar el comportamiento del messengerista, desde la primera vez que usa el messenger, hasta que se convierte en un mentiroso compulsivo, contando menos verdades que Julián Muñoz hablando de urbanismo. Procedamos:

Fase 1: Qué alegría cuando me dijeron... o Etapa "Ned Flanders"
Nos acaban o acabamos de abrirnos nuestra cuenta en Hotmail. ¿Para qué? Pues para usar el messenger, y disfrutar de las maravillas que nos han contado, tales como... y otras muchas. Ahí estamos delante del ordenador, con una media sonrisa, y dispuestos a hablar a todo el mundo, por lo que ponemos nuestro estado en Super disponible, el muñequito verde total. De hecho, si no te habla nadie, te mosqueas, y le empiezas a hablar a todo el mundo que ves conectado.

Esta etapa de bondad desenfrenada es absolutamente desconcertante, ya que se da en personas de toda edad, condición y talla de zapato, lo cual desconcierta a científicos de todo el mundo, llegando a ponerle nombre, ya que se conoce como el "Síndrome del habitante de la Aldea del Arce". Que pasemos de este estado de candidez, a los brutales estados de maldad y no posesión de caridad, no se puede creer. Tal como dijo Caneda cuando Gil le pegó una galleta a uno de sus directivos del SD Compostela, "Agresor, montón de mierd..."


Fase 2: Pues están bien las Oreo, pero yo prefiero las galletas maría. Etapa "Bart Simpson"
A los pocos días, y ya que el resto de los contactos siempre aparecen con un icono con una señal de prohibido el paso, decidimos investigar, y descubrimos que podemos cambiar nuestro estado. Este es el momento en que vendemos nuestra alma al diablo. Nuestra malvada mente empieza a calcular el impacto de ponernos a nosotros mismos como no disponibles, de modo que la gente no nos hable hasta que le hablemos nosotros, o lo que es peor, si nos hablan, podemos hacernos los que no estamos, y no contestar, del mismo modo que cuando éramos pequeños, nos hacíamos los dormidos cuando nos llamaban los mayores.

Es triste, pero es verdad. Utilizamos un programa que es para hablar, para estar escondidos, pero estar al fin y al cabo. La llamada técnica del camaleón, que es estar y observar qué pasa sin que nos molesten, que es el mismo principio. Somos malignos, pero sólo acabamos de caer en esta condición de malignidad, con lo que aún nos queda camino por recorrer.


Fase 3: Cuando soy buena, soy muy buena; pero cuando soy mala...soy mejor (Mae West). Etapa "Actor Secundario Bob"
Aquí ya hemos caído en el lado oscuro de la fuerza, tal y como hizo Anakin Skywalker, el Dr. Maligno de Austin Powers, o José Luís Moreno. Somos malvados, lo sabemos, y actuamos como tal. Nos desembarazamos de conversaciones con gente sin remordimientos, nos conectamos para ver quién hay y nos desconectamos rápidamente si no nos interesa,... La lista de maldades es tal, que ya lo único que nos queda es llevar capa y sombrero para ser igualitos que el Dr Moriarty, el malo de los dibujos de Sherlock Holmes.

Pero a la vez, aquí se produce una decisión que afectará nuestro comportamiento messengeriano durante, al menos, una buena temporada. Tenemos tres opciones:
A-Permanecer en este estado indefinidamente, sin evolucionar ni para mal, ni para bien.
B-Evolucionar hacia bien, es decir, ver la luz y regresar del lado oscuro de la fuerza, y quedarnos en las etapas 1 o 2, que nos harán setirnos mejor y dormir por las noches.
C-Perderle el respeto a todo, y como una reacción en cadena, seguir haciéndonos malvados sabiendo que eso acabará con nosotros. Sólo se han visto algunos casos, pero son muy significativos.


Fase 4: . Déjame vivir contigo, demonio amigo, supliqué. (Mi amigo Satán - Joaquín Sabina). Etapa "Señor Burns"
Amigos del culto a Satán y a las patatas de jamón de matutano, no respetamos ni el telediario de Matías Prats. Nuestra maldad solo es comparable a figuras de la talla de JR (el de Dallas), Cruella Devil con dolor de cabeza, o el Capitán Garfio con un picor en la entrepierna. Además del que da nombre a la etapa, el maquiavélico Sr Burns. Una vez que descubrimos que podemos conectarnos al messenger como no conectados, de modo que los demás nos ven como tal, y lo hacemos, perdemos la salvación eterna de nuestra alma, los fuelperks del Giant Eagle, y los Gallifantes todos que habíamos ganado a lo largo de nuestra vida por cosas buenas. Voldemort, el Senador Palpatine o el cuervo de Calimero son también fieles imágenes de en lo que nos hemos convertido. No deberíamos ni mirarnos al espejo, o hacerlo con precaución.


Mañana es el padrinazgo de Joseba, el hijo de Aitor y Helena, cuyos felices y guapos padrinos serán, los grandes Bob y Eliot, haciendo una especie de familia real de los patanegras pittsburgheses. Son el alma del grupo, y por lo tanto, asistir a tal acto será un honor para mí. ¡Bienvenido, Joseba!

RLH El lazarillo de Tormes. Anónimo. Es un clásico, pero puedes ver a la sociedad actual en un libro de hace varios siglos.
RCH Rain Man. 1988
RMH Mi amigo Satán - Joaquín Sabina

Besos. Qué sí, muchos besos.

2 comments:

Anonymous said...

Aún hay una fase mucho más perversa (quizás tengas que poner al alcalde corrupto Quimby). El nuevo Messenger, que yo no he probado pero mi novia sí, te permite hablar con el estado "no conectado". ¿Qué será lo siguiente?

Galego_en_PGH said...

Esa precisamente es la fase 4, la señor Burns, que te permite hablar aunque aparezcas como no conectado. Un abrazo.