Wednesday, November 08, 2006

A night at the opera

Hoy me permito titular así mi post, como homenaje a los grandísimos, geniales, inmortales, hermanos Marx, pero a los de verdad, no a mis hermanos mojeros (iba a poner mojadores, pero podría ser malinterpretado). Cuando se suele decir que algo es un homenaje a alguien, suele ser una copia, más o menos textual, de la obra del homenajeado. No es mi caso. Lo mío es una copia adaptada... aunque la adaptación es idéntica palabra por palabra. Por supuesto es pura coincidencia.

Ayer disfruté de una velada de ópera, lo que pasa es que no cantó nadie. En ese caso la pieza representada suele recibir el nombre tradicional y de origen latino de "sólo canzzone ma sen cantante". El caso es que previo al concierto, un señor muy bien vestido saludó a la audiencia y después de decir cositas sobre el conjunto sinfónico o banda, se centró en analizar concienzudamente la pieza que sonaría a continuación en el precioso Carnegie Music Hall de Oakland en Pittsburgh. Comenzó analizando del siguiente modo:

Buenas noches, good night para los que no hablan inglés, bienvenidos al Carnegie Music Hall. Hoy interpretaremos una deliciosa pieza del afamado compositor de origen italiano Giusseppe Lottazzo. Para entender un poco mejor la obra de nuestro compositor, es necesario conocer un somero perfil de su vida. Giusseppe Lottazzo nació en el seno de una acomodada familia del norte del Piamonte, muy cerquita de la actual frontera con Francia a finales del siglo XIX.

En su juventud se inclinó por la música, siendo un fan enloquecido de los Rolling Stones y del pasodoble Paquito Chocolatero. Pero un día por la calle se compró un Calippo, y se le terminó justo al lado de una tienda de curiosidades y réplicas de películas, donde se compró la espada láser de Luke Skywalker en Star Wars. Sus padres, hartos de ver al chaval todo el día con la espadita pa un lao y pal otro, lo encadenaron a un disco de Locomía que tenían en el salón. Esto desarrolló una personalidad extrovertida, lo que lo llevó a comprarse otro sable láser. Al quinto jarrón roto en una semana, la madre lo echó de casa, dejando al joven Giusseppe a su suerte, sin dinero y con dos espadas láser y muy poca pinta de intelectual. Pero ese fue el gran momento de Peppe. Se subió a un tren, y acabó en la villa gaditana de El Puerto de Santa María. Cambió las espadas por una guitarra, y aprendió los secretos del cante. Al poco tiempo, conoció a la que sería la mujer de subida a la cumbre... ah, perdón, la mujer de su vida. A la cumbre musical no llegaría hasta dos años después, cuando compuso la pieza que le dio la fama, la gloria, y una docena de demandas judiciales. El tema se llamaba "Mi mujer me engaña, lo que me convierte en cornudo" (el original es "La mia donna me engana, ma io so cornuto", subtitulada La dil casqui liggerio). Estaba inspirada en las experiencias narradas por doce maridos despechados, que hartos de que su mujer los engañara, (la mujer de Lottazzo) se decidieron por fin a tratar a sus respectivas mujeres como es debido, ya que se pasaban todo el día (cuando no estaban con la mujer de Lottazzo) viendo partidos de fútbol de la champions y bebiendo cerveza.

El problema es que las mujeres de los doce despechados, ahora pasaban olímpicamente de ellos. Por ello, los doce maridos llamaron a Edgar Snydeer para que le sacase hasta los zapatos a nuestro amigo Giusseppe. Y como there´s never a fee, until we get money for you (no cobramos nada hasta que te consigamos dinero), los maridos acabaron cobrando en chapas de Coca-Cola, el Giusseppe abandonó la vida de compositor de Belle canto, dedicándose a la más tranquila, pero infinitamente más aburrida profesión de probador de chalecos antibala, y su ex-mujer (porque pidió la nulidad matrimonial) se acabó casando con un arquitecto muy famoso que estaba podrido de pasta, y firmando reportajes en el hola, y anunciando bombones de esos que se ponen en las fiestas de ricos.

Analizando un poco la obra que vamos a interpretar a continuación, veremos como los violines irrumpen súbitamente, aunque las flautas se acaban imponiendo dando la impresión de que están tocando música. Posteriormente, el contrabajo y las violas mantienen un contencioso, que termina en tragedia: el contrabajo se suicida. No contento con eso, el director prosigue con la pieza, y termina por expulsar a dos violinistas porque se miraban mal. El mal ambiente aumenta
hasta alcanzar su clímax en el segundo movimiento, ya que la mitad de la orquesta se hace fuerte en el lado izquierdo del escenario, y mantienen como rehén al arpista, que dado que no pudo llevar consigo el arpa, se contenta con un ukelele que había en el suelo. La situación es insostenible, pero gracias a un solo del violinista primero, y de la mujer del fagot después, logran decantar el resultado final a favor del sector que permaneció fiel al director. Al final se declara la amnistía, y la obra termina sin lamentar víctimas. Esperamos que disfruten de la obra, gracias por venir y buenas noches. ¡Que comience la música!

Básicamente, esto fue lo que nos contó el hombrecillo, luego tocaron dos piezas, con un intermedio en el que NO pusieron croquetas ni nada, y aplaudimos al final, y cada mochuelo a su olivo. El bueno de Javi solo pudo ver la mitad del recital, no porque se fuera en el intermedio, si no porque tiene un ojo de vacaciones. Pero los demás disfrutamos del espectáculo como melómanos enajenados, gritando al final cosas como "Lottazzo es artista, como los pintores, lo malo es que nos tienes, hasta los coj..." o aquel "Lottazzo vete raudo, ahora que no miramos, pues tu música era mala, hasta torturando".

RLH Os vellos non deben namorarse. ADR Castelao. (Los viejos no deben de enamorarse)
RCH Full metal jacket. 1988 La chaqueta metálica
RMH Gigi d'agostino - Elisir

Mañana más. Muchos besos y ya viene Thanksgiving, habrá que prepararle una cena o algo para que se sienta como en casa.

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